Estaciones intermedias en el funicular – I
funiculares 15 de enero de 20211 | 2 | 3 | 4 | 5 |
La creación de “una” estación intermedia en el recorrido del Funicular de Artxanda ha sido un tema de debate absolutamente recurrente las últimas décadas. Es más, creo que en todas las elecciones a la Alcaldía algún o algunos de los grupos políticos la han solicitado, generalmente quienes no tienen la más mínima esperanza de lograr la Alcaldía o la influencia suficiente para condicionarla, pero incluso ha llegado a ser prometida bastón de mando en mano. A día de hoy, sin embargo, la anhelada estación intermedia sigue sin aparecer y dudo mucho que lo haga ahora que el tradicional “funicular popular” y cercano al Barrio se está convirtiendo a marchas forzadas en un servicio meramente turístico. Es pertinente por ello llamar la atención de como ha podido ser posible que infraestructuras tan sencillas y tan comunes en otros funiculares en el mundo entero aquí hayan sido siempre rechazadas y, sin embargo, otras que no vemos en otros funiculares y que, a nuestro juicio, son innecesarias o absolutamente ineficientes, el Funicular de Artxanda las acomete sin ningún tipo de problema. |
Como ya decíamos en una entrada anterior el funicular, al igual que cualquier otro medio de transporte, tiene como objetivo principal el trasportar viajeros (más bien pasajeros pues de lo que se trata es que abonen el correspondiente pasaje) y mercancías entre diferentes puntos de su recorrido para generar ingresos que le permitan funcionar adecuadamente, remunerar a sus trabajadores, proveedores, amortizar sus gastos de establecimiento y retribuir lo más generosamente posible a sus accionistas. Este era, al menos, el modelo tradicional donde la iniciativa partía, de donde podía partir, es decir, del capital privado, ayudado en la medida de lo posible también del apoyo público que cada vez fue sin embargo adquiriendo mayor peso, pero no solamente para cubrir déficits de explotación, sino principalmente para poder controlar el modo de transporte. Pero no pensemos que este “capital privado” era sinónimo de aportaciones procedentes siempre de grandes fortunas sino que en el mundo del ferrocarril en general y del funicular en particular hemos visto modelos, modelos que nos han admirado, en donde pueblos enteros convertían a sus habitantes en pequeños accionistas para que su ansiado modo de transporte llegara a ver la luz. Hoy en día con “exigir” y constituir “una plataforma ad hoc” ya es suficiente. Lógicamente, para que este modo de transporte pueda sobrevivir se instalarán las estaciones, apeaderos, etc.) que se consideren más oportunos buscando un lógico equilibrio en busca de una mayor eficiencia puesto que a más estaciones Este esquema funciona igualmente para el funicular, aunque tratándose de recorridos mucho menores no serán muchos los puntos intermedios (aunque conozco varios con más de 6 paradas intermedias). Lógicamente siempre se instalarán en la medida que se considere que puedan aportar algo a mejorar la rentabilidad de la explotación pues esa es la única razón que suele mover al capital privado. No así, o no debería serlo, al capital público al que deben mover otros intereses de integración, accesibilidad, etc. El propio Funicular de Archanda inaugurado en 1915 ya preveía una de estas estaciones en mitad del recorrido (1), cuestión que se hubiera realizado, sin duda, si las llamadas casas de “Ciudad Jardín” hubieran ascendido algo más por la ladera de Artxanda. No fue así. Con la apertura del Funicular de Artxanda II en 1983 fueron innumerables las peticiones de instalar una estación intermedia que siempre se situaba en mitad del recorrido en una zona donde las construcciones ya eran crecientes. Nunca hubo voluntad, ni tampoco presión popular eficaz para conseguir dicha parada. (1) Dentro del apartado OBJETO DE LA SOCIEDAD se manifestaba: “… Al centro de la línea viene el cambio, con una disposición especial que permite, cruzarse, sin maniobra alguna, al coche que sube con el descendente. Seguidamente está el túnel pequeño, llamado de Urgogor, de 50 metros de longitud, y á su terminación se construirá un apeadero o estación para que puedan tomar el funicular los que pasen por la antigua línea de Lezama…“ |