En la anterior entrada de este sitio web hablábamos sobre la curiosidad que suponía para Artxanda disponer de una réplica de la Gruta de Lourdes. Pues bien, no menos curiosa resulta la edificación anexa a la estación superior del Funicular: El Bungalow.

Decimos anexa porque, efectivamente, estuvo 50 años unida a la estación superior mediante una especie de pasarela que podemos apreciar en esta fotografía de la derecha y también en la imagen inferior que muestra  dicha pasarela en el tramo que partía desde la estación.

¿A qué se debía esa conexión?

Pocos años después de la inauguración del funicular, hacía 1925, D. Marcelino Ibáñez de Betolaza  reserva para su uso particular unos terrenos de la Sociedad, sin adquirirlos formalmente, y comienza a realizar determinadas construcciones. En 1925 solicita licencia para la construcción de un pequeño edificio como “vivienda particular”.  Las exigencias urbanísticas de la época requerían que toda construcción en la zona debería cumplir determinadas normas, a saber: Estar alejada al menos 9 metros de la carretera y más o menos la misma distancia, 10, de cualquier otra construcción por lo que en la posición en la que se encuentra no cumpliría dichos requisitos y así fracasó ese primer intento de construcción del chalet.

D. Marcelino no ser rindió  y retomó la idea  quizás empujado tras la clausura  del Casino, creemos, allá en 1933 y queriendo disponer de un lugar cercano al funicular para, digamos, recibir a sus allegados y foráneos, hizo pasar lo que sin duda era un bungalow de uso privativo como una estancia anexa a la estación para lo cual debió solicitar los permisos correspondientes tanto a la División de ferrocarriles del Estado como de nuevo al Ayuntamiento de Bilbao, con la inestimable ayuda del que fuera su arquitecto de referencia D. Manuel María de Smith.

Marcelino…  ¡¡Eres un crak!!

En la imagen de la izquierda podemos contemplar un boceto de lo que se hizo pasar por una dependencia “anexa a la estación superior” que presentó al Ayuntamiento y en el que contemplamos en un extremo, a la izquierda,  la pasarela que conectaría a la estación  y en el piso inferior unas curiosas hamacas en gran espacio porque, como podemos comprobar, en un principio esta construcción tan solo  constaría de una planta.

¡¡Eso sí que es tratar bien a la clientela!!

¿Qué le ha parecido el viaje?  ¿Desearía reponer fuerzas? Podría haber instaurado un nuevo tipo de estaciones, las que denominaríamos jocosamente “marcelinas” pensadas en la confortabilidad del cliente, al igual que sucedió décadas antes con los denominados coches “pullman” que llevarían el nombre de su creador George Pullman y que estuvieron pensados para dotar de una confortabilidad de la que hasta entonces carecían los coches encargados de transportar a los viajeros vía férrea. Permítasenos la broma.

Tras los bombardeos fascistas de 1937 (que no corresponde con la fotografía de la derecha) el bungalow quedó parcialmente destruido al igual que la estación superior pero pudo reconstruirse y  se edificó una planta baja como piso independiente. Hay que decir que el acceso a la planta superior siguió requiriendo el acceso desde la estación superior del Funicular lo cual no era posible cuando este estaba cerrado y había que encontrar métodos alternativos (una escalera) para acceder a la vivienda. Vivienda que han ocupado algunos famosos relacionados con la Villa y que  la utilizaban tal y como lo hacía D. Marcelino: Para poder mostrar una bonita vista de Bilbao y poder celebrar fiestas y fiestones memorables. Arriba una imagen de ambas edificaciones en el intervalo que el funicular estuvo cerrado tras el accidente de 1976.

Es con la reforma de 1983 cuando la vivienda “suelta amarras”, derribándose la pasarela y construyendo una escalinata independiente para su acceso. Posteriores remodelaciones del edificio hacen que este parezca a mayor altura incluso que la estación “matriz”. Pues bien, quizás penséis que este bungalow es la única  instalación con “sabor inglés” presente en Artxanda. Pues no, cerca de dicha construcción podemos encontrar otro objeto “made in England” como es esta cabina telefónica tan usual en tierras inglesas. ¿Y qué hace ahí?

Ésa es otra historia y deberá ser contada en otra ocasión.

Pues bien, en estas últimas entradas hemos podido ver, en el mismo Artxanda, un trocito de Francia, hoy un trocito de Inglaterra. Quizás en el siguiente podamos ver un trocito de… ¿Alemania?  ¿Italia?.

Ya lo decía Miguel de Unamuno:

¡¡El mundo entero es un Bilbao más grande!!