Cada ciudad, cada villa, cada pueblo suele mostrar su carta de presentación de múltiples maneras. Algunas nos muestran su skyline, un perfil de abajo a arriba que pretende trasladarnos, quizás, la potencia de sus rascacielos, (New York, Shanghái, etc.); Otras nos invitan a tomar algún medio de transporte, un tranvía, un barco, etc. que nos va mostrando sus ocultos tesoros en un recorrido por sus principales lugares, (Viena, Amsterdam, etc.); Otras intentan que un edificio peculiar nos presente la ciudad; (Sidney, etc.). Podría ser también el ejemplo de Bilbao puesto que desde la inauguración del museo Guggenheim su característica silueta es la que más viene a la cabeza del foráneo. Yo, sinceramente, creo que para Bilbao una propuesta de arriba a abajo como la que obtenemos desde este mirador es la más adecuada como también proponen otras ciudades (Paris, Lyon, etc.)

Lo que hoy conocemos como la zona del Mirador en es realidad todo el espacio que ocupaba anteriormente el Casino, el “Gran Casino-Restaurant” que junto al Txakoli y el propio funicular sí que formaban parte de la carta de presentación del Parque de Archanda que desde 1915 intentó satisfacer muchas de las de necesidades de ocio de aquél Bilbao tan necesitado de ellas.

Como vemos en la imagen desde esos bancos cercanos a la balaustrada se podría contemplar una bonita estampa de Bilbao, quizás mejor desde alguna balconada del propio Casino. Recordemos que en muchas épocas de la historia de nuestro funi  simplemente el “respirar bien” era un motivo para subir a Artxanda, si también le añadíamos el “comer bien” la visita era completa.

Como sabemos el Casino no perduró en demasía, primero sus malos resultados, después su casi completa destrucción debido al bombardeo fascista de 1937 dejaron un espacio muerto (En conmemoración a las personas que intentaron la defensa de Bilbao preside hoy el Mirador una escultura denominada  “La Huella” de Juan José Novella). No fue hasta 1948 en que se comenzaron los trabajos de rehabilitación de la zona con el derribo completo del antiguo Casino (cuya siniestra silueta medio derruida se contemplaba desde todo Bilbao) y la creación de una zona ajardinada. Fue la conservación precisamente de esa zona la que permitió al Funicular de Archanda I recibir más ayudas del Ayuntamiento de Bilbao en un proceso que  se convirtió en estructural.

Con el transcurrir de los años se presentaron diversos proyectos de reconstrucción de la zona; uno de ellos, datado en 1962,  incluía la construcción de un gran hotel en la zona que anteriormente ocupó el Casino. Posteriormente también fue la instalación de una gran antena de comunicaciones (que las autoridades del funi consiguieron desviar a su ubicación actual en un lateral del Mirador) el objetivo.

Sin más pena ni gloria y con una zona ajardinada (hasta hace relativamente poco tiempo de acceso prohibido por la presencia de setos) fueron pasando los años del medio olvidado Mirador. A Artxanda se subía más puesto que había otros puntos de interés, en especial los bailes que se organizaban en la zona aunque nunca dejó de ser una visita imprescindible de Bilbao pues las vistas desde aquí son inmejorables.

Hace unos años se decidió cambiar la balaustrada que rodea el Mirador por unas letras con las referencias  de Bilbao, Bilbo y sus variaciones. Y desde este año 2020 se ha dotado a la zona de unas pérgolas que dotarán al espacio de unos paseos más románticos sobre la zona del Mirador.

El “Mirador” de Artxanda se ha convertido, sin duda alguna, en una de las tarjetas de visita de nuestro Bilbao. Siendo esto así…

¿Estamos seguros de que el servicio que más rápidamente te acerca desde Bilbao a Artxanda,  como es el Funicular de Artxanda, está a la altura de estas circunstancias?