Parte I         Parte II
Ya indicábamos en la primera parte del artículo que desde días antes de procederse al cambio del cable el servicio se encontraba interrumpido a la  espera de que el suministrador facilitara un nuevo cable. Se pudo realizar unos días después, el 25 de junio.

Teniendo en cuenta todo lo que hemos visto en los artículos precedentes y de algunas averiguaciones, muy difíciles en un tema espinoso como este,  tenemos que comenzar a atar cabos y decir que en la maniobra de cambio de cable de 1976…

¡¡Todo lo que se pudo hacer mal, se hizo mal!!

Una imagen descorazonadora de un frío andén al que le falta lo esencial: el funi que se nos escapó.

Ya dijimos que el ingeniero que durante años había llevado la parte técnica y administrativa de la Empresa abandonó la Sociedad por lo que la misma sería llevada a cabo por otra persona distinta sin tanta experiencia. Parece ser que antes de que comenzara la maniobra en sí muchos trabajadores estuvieron almorzando dentro del propio vehículo continuando en él incluso cuando  se inició la maniobra del cambio de cable, lo cual hubiera no hubiera representado peligro alguno  puesto que hemos dicho que los frenos de raíl del vehículo activados al raíl serían suficiente para, aun desenganchando el cable antiguo, sujetar el vehículo a la vía.

Por lo que aconteció después tenemos que decir que de los tres frenos de raíl con que contaba el antiguo funicular, los dos situados en el eje superior y por la circunstancia que fuera, estaban desactivados (Quizás también porque así lo requería la propia maniobra). Este hecho podría haber sido subsanado inmovilizando el vehículo de alguna manera. Esto se conseguía  uniendo con cadenas los topes de la estación superior con el vehículo pero al no encontrar a mano las necesarias debieron de utilizar otras menos resistentes lo que, unido al hecho de que muchos trabajadores se encontraban en el interior del vehículo (más de los que las autoridades admitieron ante la prensa de la época) y al ya comentado de que el doble freno que rodeaba el eje superior se encontraba desactivado… se fraguó la tragedia. Únicamente se activo el freno situado en el eje inferior que no pudo retener el peso total y el coche comenzó a deslizarse vía abajo, ligeramente frenado, pero sin posibilidad detenerse.

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Aterrorizados por esta circunstancia los trabajadores comenzaron a saltar. El primer tramo antes del paso superior (Ver imagen 1 del Slide superior) por el que pasa la carretera era muy corto lo que hizo que no todos pudieran encontrar un buen sitio para tirarse dándose la circunstancia que uno de ellos golpeó con el propio muro y otro continuaría el trayecto hasta la estación inferior. El vehículo descendió sin el cable que lo sujetara a la polea pero si llevó tras de sí el trozo de cadena con la que pretendieron sujetarle a la estación superior. La cadena debió de romperse por su parte superior por lo que acompañó al vehículo en su descenso golpeando en su zigzageo a las poleas, raíles, etc., emitiendo en su recorrido un determinado ruido, ruido que fue interpretado como el característico del butanero cuando, llegando a una zona determinada, necesitaba dar a conocer su presencia. Este hecho fue el que indujo a error a parte de la famlia Liquete que habitaba (y habita) una vivienda cercana a la que vemos en la imagen inferior y que llegó a manifestar:

¡¡Qué raro el butanero a esta hora!!

Aún así se dirigieron a la ventana de su vivienda para contemplar, incrédulamente, como el funi bajaba sin control por el viaducto, advirtiendo también que alguien viajaba en el mismo. Era Isidro quien, como un campeón y como buen capitán de barco que no abandona la nave pese a la desgracia, acompañó el vehículo hasta su destino final que no era otro sino empotrarse con el vehículo, el coche B, estacionado en la estación inferior. Un ruido tremendo atronó en todo el barrio de Castaños. Los compañeros de Isidro fueron en su busca tan pronto como pudieron esperando quizás una trágica noticia. Cuando encontraron a Isidro éste se encontraba totalmente ensangrentado debido a una herida en la boca. Lo encontraron un tanto malherido pero conservando el sentido del humor puesto que de lo que se preocupó en primer lugar fue en buscar su reloj.

¿Sería el fin del Funicular de Artxanda?

Pues sí, fue el final del Funicular de Archanda I, aunque tuvimos la fortuna, inmensa fortuna, de que las autoridades municipales decidieran inaugurar un nuevo funicular que desde el año 1983 hasta el día de hoy continúa funcionando.