Cierto es que los de Bilbao nacemos donde nos da la gana y teniendo en cuenta esa premisa seguro que en ese año seríamos más o menos ése el número de bilbaínos y bilbaínas presentes en el Universo. Aunque la verdad es que acudiendo a los censos oficiales el bocho contaba con “tan solo” 349.942 habitantes en el primero del milenio elaborado en el año 2001.

Bilbao ha sido visto siempre como un espacio rodeado de montañas de de las que podríamos citar  dos cadenas montañosas principales; una situada al Sur con cumbres como Monte Cobetas (201), Arraiz (361), Arnotegi (426), Pagasarri (673) y Ganeta (689) y otra al Norte con cumbres como Cabras (115), Banderas (222), Pikotamendi (240), Artxanda (251), Avril (382). Se pueden elegir tantas cumbres como queramos… Si necesitamos emular a Roma rodeada por 7 colinas pues resaltamos 7, que necesitamos 10… pues 10. Esta difícil orografía es la que ha sugerido el apelativo más cariñoso de Bilbao que ha sido siempre “el bocho” o “bochito” que comenzara a utilizarse para referirse a la Villa al menos desde finales del Siglo XIX donde ya aparece en un texto de Unamuno, “Sartas sin cuerda” [1] por lo que es de suponer que su utilización sería anterior.

En 1901 la Sociedad El Sitio organiza un  juego floral o certamen literario que quiere premiar el mejor trabajo sobre “Lo que es Bilbao y lo que podrá ser a fines de Siglo”.  Pues bien, según las previsiones de la obra ganadora presentada por el geógrafo gallego Leopoldo Pedreira Taibo, Bilbao llegaría a contar con 2.560.000 habitantes a finales del Siglo XX. [2] En un Bilbao que necesitaba más y más terrenos para expansionarse no es difícil deducir que Bilbao se vería abocado a crecer por todas las laderas de los montes antes mencionados por lo que la utilización del denominado “ferrocarril de montaña”, es decir, el especialmente diseñado para superar grandes diferencias de altura, desniveles,  en cortos recorridos  estaría plenamente justificada, tal y como hicieran otras muchas ciudades entre otras Nápoles que cuenta con hasta cuatro funiculares que ascienden por las laderas del monte Vomero, aunque en este caso también lo hicieran por dónde y por la ladera del Volcán Vesubio que contemplamos también en la imagen. Otro tanto podríamos decir de la ciudad chilena de Valparaíso que es la que pasa por ser la que mayor número de “funiculares”, ascensores en terminología local, llego a disponer en el mundo entero. Valparaíso se presenta como una ciudad de 43 colinas aproximadamente el doble del número de ascensores con los que llegó a contar a lo largo de la historia.

 

Esta misma reflexión podía leerse ya en las extensas memorias que acompañaban el proyecto de creación de un tranvía eléctrico de cremallera, presentada por el ingeniero Julián Soriano y Gurruchaga el 8 de enero de 1906, que hubiera conectado la Estación de Bilbao-Calzadas en la calle de La Cruz con la Fuente del León en las inmediaciones de la Basílica de Begoña, una vez que este lugar quedara huérfano de estación ferroviaria el 4 de octubre de 1901 al suspenderse el servicio del ya visto en este sitio web Ferrocarril de Bilbao a Lezama I.


Finalmente aquel tren de cremallera, perfectamente planificado, no fue realizado utilizando la simple tracción por adherencia para completar el recorrido. Pero esa predicción, la de que Bilbao sería el sitio que utilizaría con profusión el ferrocarril de montaña se cumplió, esta vez de verdad y no como la citada de que llegaríamos a sobrepasar los dos millones  y medio de habitantes.

¿Os imagináis un Bilbao con construcciones que ocuparan toda la ladera de Artxanda al igual que sucede en Nápoles?

¡¡Esperemos no verlo nunca!!

pero ya sabemos que cuando no hay ideas lo que suele hacerse es construir vivienda, no importa dónde, no importa cómo.

No lo hizo Bilbao (el convertirse en escenario ideal para la instalación del ferrocarril de montaña) con los tradicionales transportes de montaña conocidos en los primeros años del Siglo XX, sino los que se fueran consolidando después como verdaderos adalides en estos cometidos como puedan ser hoy en día los ascensores, verticales e inclinados, rampas y escaleras mecánicas, sin olvidar, claro está, al propio Funicular (y al tren de cremallera urbano del que disfrutan algunas ciudades europeas), convirtiendo a Bilbao, de paso, en uno de los lugares de referencia en cuanto a dispositivos de movilidad se refiere, cuya exitosa expansión analizaremos en próximas entregas.

[1] Euskonews.

[2] Bilbao desde sus Alcaldes. Vol.2. Director: Dr. Joseba Agirreazkuenaga